Lázaro, un amigo de Jesús, estaba gravemente enfermo. Sus dos hermanas, Marta y María, llamaron a Jesús, pero no vino pronto y Lázaro murió. Cuando al fin Marta se enteró de que Jesús se acercaba a su aldea, fue a su encuentro y le dijo, con un matiz de reproche: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (Juan 11:21). Jesús le respondió: “Tu hermano resucitará”, y agregó: “Yo soy la resurrección y la vida” (v. 25).
Como los creyentes de entonces, Marta tenía una idea muy vaga de la vida después de morir. Entonces Jesús hace declaraciones impresionantes. Aunque pudieron haber sonado disparatadas en ese momento, Jesús siempre quiso decir lo que Él dijo. En este versículo, Jesús declara que todo aquel que cree en Él vivirá, incluso después de morir. En otras palabras, a través de Jesús, la historia nunca termina. Esta fue una declaración bastante grande porque Lázaro acababa de morir. Se acabó todo y Jesús no podía remediarlo, ¿verdad? Al menos eso creyó Marta. Bueno, resulta que Jesús respaldó lo que dijo y resucitó a Lázaro de entre los muertos. Esto significa que debemos confiar que lo que Jesús dice lo cumple. La verdad es que Jesús siempre está trabajando para hacer más de lo que podemos ver o entender. No siempre es fácil, pero con el tiempo, a medida que aprendamos a confiar en Él con las pequeñas cosas, nuestra fe y confianza en Él crecerán mucho más. Y tu ¿confías en Jesús con tu propia vida?
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