¡La Salvación es Gratis!

Un buen padre, una buena madre, daría su vida -literalmente- por sus hijos. El amor de una madre no se puede comparar con nada de este mundo; esta clase de amor la ubicaría yo en un lugar entre el amor terrenal y el celestial.
También sabemos de personas, héroes y heroínas de la vida real que ponen sus vidas en peligro por ayudar a conocidos y desconocidos, inclusive a animales; algunos de ellos han muerto en el intento, se han sacrificado por el prójimo.
Pero qué ser humano entregaría la vida de su hijo por alguna causa? Esta idea sobrepasa el entendimiento y lógica humanas; sacrificar la vida de un hijo para salvar la vida de otra persona, quien sea, está infinitamente lejos de ser una opción para un padre o una madre.
Dios es el único que no ha escatimado la vida de su único hijo, sino que lo entregó en cruento sacrificio (Romanos 8:35); con esto podemos dimensionar lo inmenso del amor de nuestro creador, que aún sin merecerlo Él envió a morir al Cristo por la salvación de todos nosotros (Romanos 5:8), el mismo Dios encarnado a quien Él mandó se llamase Jesús (Mateo 1:21), que significa “El Salvador”.
La salvación es un regalo del Altísimo, ya que es por su Divina Gracia que la podemos obtener (Efesios 2:8-9), habiendo hecho todo lo necesario Jesús en la cruz (Juan 19:30); en otras palabras el Hijo pagó el precio de este obsequio, con lo más caro y preciado de la existencia: Su sangre (Romanos 3:24-25). Así es, Jesús pagó con su vida para que la salvación sea gratis y de manera opcional nos la ofrece con todo su amor; y permanentemente Él está tocando a tu puerta para entregártela en tus manos (Apocalipsis 3:20).
¿Qué tengo que hacer para recibir este regalo?

Romanos 10:9-10
Que si confesares con tu boca que Jesús es El Señor, y creyeres con el corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación.

Si quieres aceptar este regalo, y a Cristo en tu corazón puedes decir esta oración en voz alta:

Dios mio, reconozco que soy un pecador y me arrepiento de todos mis pecados. Creo en mi corazón que Jesucristo es el Señor y que es tu Hijo amado. Reconozco que Cristo murió por mis pecados, y que Tu le resucitaste de entre los muertos. Yo abro las puertas de mi corazón y te recibo como mi Señor y mi Salvador, amén.

Si haz hecho esta oración y lo haz creído en tu corazón; tu nombre ya ha sido inscrito en El Libro de la Vida, haz sido sellado con el Espíritu Santo de Dios  (Efesios 1:13) y hay gran gozo en el cielo (Lucas 15:7).

¿Qué hago ahora?

Comienza a leer la Biblia, y pídele al Espíritu Santo que te de sabiduría para entender Su Palabra. Si actualmente estás congregándote en una iglesia, sigue haciéndolo pero pídele a Dios que te muestre si debes permanecer ahí; de no ser así, El te mostrará la iglesia en la que debes congregarte.

Si vives en Santa Tecla (L.L.-E.S.-C.A.) o sus alrededores te recomiendo Iglesia Genezareth.

Por César Choto Nova